Escrito por Juan Camilo Moreno
Son pistolocos, tienen fierros, están locos y sobretodo están excluidos, viven la violencia, el narcotráfico y el sicariato que se tomó a Colombia y a Medellín en las décadas del 80 y el 90. Son pocas las oportunidades, y las peleas, el robo y la guerra se hacen cotidianas. Yo te tumbo tú me tumbas. La bareta hace más amenos los momentos. Si toca robar toca esconderse, y si hay que matar luego hay que vengar. Rodrigo (Ramiro Meneses) canta en una escena: Cómo me calmo yo […] ya no consigo satisfacción. Tal vez una nenita, un amorcito, o una moto bien bacana. Para los pistolocos no es suficiente. Esta satisfacción efímera se vuela y dispersa como el humo de los baretos, y para Rodrigo la satisfacción es tan exclusiva a los momentos en que puede tocar su música en la batería, música salida del espíritu, la ira, el miedo y el silencio, música gritada y escupida.
La idea del “No futuro” se hace más latente conforme pasan los días y los amigos mueren, y se roba y se mata, y se alejan cada vez más de alguna otra salida, de otro camino, de otra muerte diferente e incierta. La muerte es evidente y camina y duerme con los pistolocos. En cualquier momento te quiebran. El miedo y la necesidad hacen traicionar a los colegas. Los lazos se fortalecen y se diluyen en un instante. No se sienten identificados con la ciudad, ni con el orden, ni con el bien ni el mal, cómo dice Víctor Gaviria, su director, es una sociedad totalmente insubordinada, en la que cualquier persona que colabore con cualquier tipo de “autoridad” es un regalado. Los muchachos saben que no van a llegar a viejos, tampoco lo quieren, más vale vivir rápido, en frenesí, jugando al gato y al ratón con la muerte, porque qué más, qué más hay para hacer. Me sorprende la escena en que están velando a un pistoloco en su casa, y al ataúd se acerca un viejo amigo del difunto y lo felicita por haber dejado este mundo, “si quiera te fuiste güevón, pobres güevones los que estamos aquí”.
Pero Rodrigo es especial. Amigo de nadie, no toma, no fuma, no tiene novia, no carga fierro ni quiere una moto. Su madre ha muerto y ha quedado tan solo. Lo único que quiere es crear su grupo de punk y tocar la batería. Nada más. Y tampoco puede eso, quién vende una batería? La soledad de Rodrigo no comparte con nadie, no tiene esperanza y tampoco futuro. Rodrigo tampoco tiene mucho para hacer. La música es su único desahogo y cuando ya no queda ni eso decide tirarse, rechazar esa vida que le toca.
Creo que Rodrigo D No Futuro estará siempre entre las películas cumbres del cine latinoamericano. Es una película que muestra con sinceridad y realidad las circunstancias y las vidas de estos muchachos de Medellín que bien podrían vivir en otra gran ciudad de Colombia o de Latinoamérica. Para la época, estas historias no se podían leer en los periódicos, ni verse en reportajes de televisión; la película nos hace conocer y vivir estas realidades de los barrios, y son ellos, los verdaderos protagonistas, los únicos que pueden narrar sus propias vidas. Conocemos el carácter de cada uno frente a la vida, su complejidad, su poesía, su vida cotidiana, cómo transcurren los días y las noches entre casualidades, azares, a ver quién se encuentran, a ver si se meten en una pelea, a ver si se pueden hacer un dinero por allá, a ver qué sucede… Dentro de cada uno hay sensibilidad, sinceridad, miedo y asco, y cada uno se camufla y se mimetiza conforme mejor le vaya, conforme se sienta más cómodo.
Víctor Gaviria fue construyendo la película conforme conocía a los pistolocos, a los habitantes del barrio, y a Ramiro Meneses. Todo es cierto. Las anécdotas e historias de los jóvenes se fueron amoldando al argumento que tenía Víctor en mente, un argumento muy inspirado por el neo realismo italiano, qué ha sido la gran inspiración, junto con la realidad de Medellín, para hacer su cine. El lenguaje que emplean es real, y es tan particular y natural que sólo les pertenece a ellos que lo han vivido. Los personajes de la película son ellos mismos en la vida real. De ahí que en Colombia se empezara a hablar de los “actores” naturales. La música tan insigne de una generación que vivió entre bombas y robos, y que para algunos fue un vehículo de salvación y de desintoxicación y un salvavidas para no morir y hacer la guerra, como dije, música gritada y escupida al sistema, a las normas, a todo que rodea la vida y que parece tan absurdo y asqueroso.
Rodrigo D No Futuro para que se conozcan los rostros, las ilusiones y las desazones, los muertos, los traídos, los regalados, para que haya futuro, y para que la música, el amor, o lo que sea salve los corazones. Todos los muchachos de la película representan una generación y siguen siendo vigentes en la realidad de hoy día.